lunes, 9 de noviembre de 2009

Corazón

No te voy a mentir. No me has cambiado la vida, porque creo que ya la tenía cambiada justo antes de conocerte. Sin embargo, sí que la has hecho especial.

Soy afortunada; he tenido la inmensa suerte de compartirte cada noche, momentos antes de dormir, de soñar bonito. Una frase para cada día, una manera diferente de decir “buenas noches, espero que descanses”. Al fin y al cabo tu magia, reside en eso, en saber valorar los más pequeños detalles para hacerlos tan inmensos e intensos que por muchos segundos que pasen, y muchas situaciones aparentemente iguales que se sucedan, siga existiendo la posibilidad de continuar reinventándose, reinventándome, reinventándote.

Ha habido noches en las que hemos conectado a la perfección y he sonreído sólo de pensar que era gracioso saber que podíamos estar pisando la misma línea a la vez. ¿No es increíble? Ya… dime que es magia…

Hay palabras tuyas que puedo recitar con los ojos cerrados. Supongo que tiene que ver con eso de que hayas sido las últimas palabras de cada noche. En París lo dirían de otra forma; dirían, “par coeur”, y la verdad es que tienen toda la razón del mundo, porque si con algo te he sentido, ha sido con el corazón, mucho más que con la vista. Últimamente me he acostumbrado a sentir así, con los ojos cerrados y el corazón abierto. Tú tienes parte de culpa, y créeme... me encanta.

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